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Escrito por Jennifer Pelegrin
Actualizado 28 de julio de 2025
Cómo invertir en oro vuelve a ser una pregunta habitual cada vez que los mercados se tambalean o el valor del dinero pierde fuerza. El oro ha sido históricamente un refugio frente a la incertidumbre, y su atractivo no ha desaparecido en 2025.
Aunque ya no sea necesario comprar lingotes ni preocuparse por cajas fuertes, la inversión en metales preciosos sigue siendo una opción clave para proteger el capital. Hoy, es posible acceder al oro a través de plataformas online, ETFs, fondos especializados e incluso acciones de empresas mineras.
Esta guía está pensada para ayudarte a entender cómo funciona la inversión en oro, qué opciones existen, qué ventajas y riesgos debes tener en cuenta, y cómo empezar paso a paso, incluso si partes desde cero.
Invertir en oro sigue siendo una forma efectiva de proteger el capital frente a la inflación, la incertidumbre económica o los vaivenes del mercado financiero, gracias a su valor intrínseco y aceptación global.
Hoy es posible acceder al oro de muchas formas: desde comprar lingotes o monedas hasta operar con ETFs, fondos o acciones de empresas mineras, lo que permite adaptar la inversión al perfil y objetivos de cada persona.
Aunque no genera rentabilidad pasiva, el oro destaca como activo refugio y herramienta de diversificación. Requiere entender bien sus costes, riesgos y cómo integrarlo dentro de una estrategia a largo plazo.
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El oro mantiene su atractivo como activo refugio en un entorno económico cada vez más inestable. A diferencia de otras inversiones que dependen de los tipos de interés, las decisiones de los bancos centrales o la evolución de las empresas, el oro ofrece un valor intrínseco y universalmente aceptado.
En 2025, hay tres grandes factores que lo han devuelto al centro del interés inversor:
Inflación persistente: Cuando el poder adquisitivo de la moneda cae, muchos recurren al oro como forma de preservar su valor real.
Tensión geopolítica: Conflictos internacionales o crisis energéticas pueden impulsar la demanda de metales preciosos como medida de protección.
Búsqueda de diversificación: Cada vez más carteras incorporan oro para reducir la exposición a los mercados tradicionales.
Además, invertir en oro es ahora más accesible que nunca, gracias a plataformas digitales que permiten comprar participaciones en ETFs de oro, fondos o incluso acciones relacionadas con la minería. Esto facilita tanto la inversión puntual como la estrategia a largo plazo.
Antes de elegir entre las distintas opciones disponibles, conviene diferenciar entre dos enfoques principales: el oro físico, que puedes poseer y almacenar, y el oro financiero, que permite invertir en su valor sin necesidad de tenerlo en tus manos. Ambos caminos tienen ventajas e inconvenientes según tu perfil y tus objetivos.
Es la opción más tangible y clásica. Puedes adquirir lingotes de oro certificados o monedas de oro para invertir como la Krugerrand o la Maple Leaf. También es posible invertir en joyas, aunque su valor incluye componentes artísticos o sentimentales.
Si optas por oro físico, asegúrate de comprar en distribuidores oficiales y de decidir con antelación dónde almacenar el oro.
Los ETF (fondos cotizados en bolsa) replican el precio del oro físico sin necesidad de almacenarlo. Son ideales para quienes buscan flexibilidad operando desde su bróker online, con alta liquidez y bajas comisiones. Algunos de los ETF de oro más populares en Europa son Xetra-Gold e iShares Physical Gold ETC.
Invertir en acciones de compañías que extraen y procesan oro, como Barrick Gold o Newmont Corporation, te da exposición indirecta al mercado del oro. Aunque suelen tener mayor volatilidad, también pueden ofrecer dividendos o plusvalías si el sector está en auge.
Estos fondos incluyen oro físico, acciones de empresas mineras y otros activos relacionados. Son una buena opción para quienes buscan diversificación de cartera y prefieren dejar la gestión en manos de profesionales.
Los derivados financieros están diseñados para traders avanzados. Los contratos de futuros y los CFDs sobre oro permiten especular con su precio a corto plazo e incluso operar con apalancamiento. Ofrecen mayor potencial de rentabilidad, pero también implican un riesgo elevado y no están recomendados para principiantes.
El oro no solo es un símbolo de riqueza y estabilidad. Como activo financiero, también puede aportar beneficios concretos a una cartera bien estructurada. Sin embargo, como toda inversión, también implica ciertos riesgos que conviene conocer antes de dar el paso.
Oro como activo refugio: En momentos de crisis económica, tensiones geopolíticas o alta inflación, el oro suele comportarse como un activo defensivo. Cuando caen las bolsas o se devalúan las divisas, muchos inversores acuden al oro para preservar su patrimonio.
Diversificación de cartera: El oro tiene una baja correlación con otros activos financieros como acciones o bonos. Esto significa que añadir oro puede reducir la volatilidad global de tu cartera, haciendo que sea más resistente a los vaivenes del mercado.
Protección frente a la inflación: Existe una relación histórica entre inflación y oro. Aunque no es perfecta, se ha observado que cuando suben los precios de forma sostenida, el oro tiende a mantener, o incluso aumentar, su valor real.
Alta liquidez: Tanto el oro físico como los ETF de oro pueden venderse con relativa facilidad. En mercados globales y regulados, encontrar compradores rara vez es un problema.
Conservación del valor a largo plazo: El oro no genera intereses ni dividendos, pero ha demostrado preservar el poder adquisitivo a lo largo del tiempo, incluso en contextos económicos adversos.
Volatilidad en el corto plazo: Aunque es estable a largo plazo, el oro puede sufrir oscilaciones importantes en el corto. Los cambios en los tipos de interés, en el valor del dólar o en las expectativas económicas globales pueden impactar su precio.
Falta de rentabilidad pasiva: A diferencia de otros activos como las acciones, el oro no genera ingresos recurrentes. Si buscas dividendos o rentas periódicas, puede que no sea la mejor opción.
Costes asociados: Comprar, asegurar y almacenar lingotes de oro o monedas físicas puede implicar gastos considerables. En el caso de los ETF, hay comisiones de gestión y posibles costes por operativa.
Riesgo de pérdida o robo: En el caso del oro físico, necesitas tener muy claro dónde almacenar oro físico y qué medidas tomar para protegerlo. Aun así, nunca está completamente libre de riesgo.
Fiscalidad del oro en España: Las ganancias obtenidas por la venta de oro están sujetas al IRPF como ganancias patrimoniales. Además, en el caso del oro físico, es posible que debas justificar su origen ante Hacienda si superas ciertos importes.
En última instancia, la clave está en encontrar la forma de inversión en oro que mejor se adapte a tu perfil. Tanto si eliges oro físico como si prefieres productos financieros, es importante entender sus características y encajarlos dentro de una estrategia diversificada.
Una de las dudas más comunes al plantearse cómo invertir en oro es si hace falta tener mucho capital para empezar. La realidad es que hoy existen opciones para todos los bolsillos, desde inversiones mínimas en productos digitales hasta la compra de lingotes físicos de mayor valor.
Oro físico: Comprar un lingote estándar de 100 gramos puede requerir varios miles de euros. Sin embargo, también se puede invertir en monedas de oro más pequeñas o incluso en lingotes de 1 gramo, que rondan los 70–100 € según el mercado.
ETFs de oro y productos financieros: A través de plataformas de trading o bancos online puedes invertir desde cantidades muy bajas. Algunos brokers permiten empezar con apenas 50–100 €, siempre que cubras el importe mínimo de compra y las comisiones aplicables.
Al invertir en oro, es importante tener en cuenta los costes añadidos:
En oro físico, debes considerar el spread entre precio de compra y de venta, además del coste de envío y posibles tarifas por almacenaje o seguro.
En ETFs y otros productos financieros, se aplican comisiones de gestión, que suelen rondar el 0,2–0,5 % anual, además de posibles costes de compraventa según el bróker.
Estos gastos afectan directamente a la rentabilidad, así que conviene compararlos antes de decidir.
Empezar a invertir en oro no requiere conocimientos avanzados ni grandes sumas de dinero, pero sí conviene tener claro desde el principio qué esperar, cómo reducir riesgos y qué errores evitar. Aquí tienes algunos consejos prácticos si estás dando tus primeros pasos:
Antes de poner dinero, dedica algo de tiempo a entender cómo funciona el mercado del oro. No todos los productos son iguales: comprar un lingote no tiene nada que ver con invertir en un ETF. Familiarízate con conceptos como liquidez, comisiones, custodia y volatilidad.
Aunque el oro es un activo defensivo, no debe representar el 100 % de tu cartera. Lo habitual es destinar entre un 5 % y un 15 % como parte de una estrategia diversificada, junto a otros instrumentos financieros como bonos, acciones o fondos.
Para empezar, los ETF de oro suelen ser una opción más accesible que comprar oro físico. Permiten operar desde una cuenta online, no requieren almacenamiento y suelen tener costes más bajos. Una vez que tengas más experiencia, podrás explorar otras opciones.
Tanto si compras oro físico como si inviertes a través de una plataforma online, asegúrate de que el proveedor esté regulado y cuente con buenas valoraciones. Si compras lingotes o monedas, exige certificados de autenticidad y procedencia.
El oro no es un producto para hacer “trading” diario. Su valor puede fluctuar en el corto plazo, pero históricamente ha demostrado preservar poder adquisitivo a largo plazo. Si buscas resultados inmediatos, puede que no sea el instrumento más adecuado.
Antes de operar con dinero real, puedes utilizar plataformas de trading en simulación para familiarizarte con el proceso.
Si ya tienes claro que quieres invertir en oro, el siguiente paso es elegir bien dónde comprarlo. Hoy existen múltiples opciones, tanto para adquirir oro físico como para operar con productos financieros vinculados a este metal. Cada una tiene sus ventajas, y la elección dependerá de tu perfil y tus objetivos.
Son una de las formas más populares de invertir en oro sin necesidad de almacenarlo. A través de brokers o plataformas de inversión reguladas puedes acceder a ETF de oro, futuros o acciones de empresas mineras. Lo importante es que la plataforma esté registrada en una entidad supervisora y ofrezca condiciones claras de operativa y comisiones.
Si prefieres oro físico, como lingotes o monedas, lo recomendable es comprar en establecimientos especializados, con certificación oficial. Muchas casas de moneda, como la Royal Mint británica o la Perth Mint australiana, permiten comprar directamente desde sus webs, con opciones de envío asegurado o custodia.
Algunas entidades tradicionales también ofrecen productos relacionados con el oro, ya sea en formato de certificados, ETF o incluso venta de oro físico. Esta vía puede aportar mayor confianza a quienes prefieren operar con su banco habitual, aunque suele implicar comisiones más altas.
Invertir en joyas no es lo mismo que en oro puro, pero también puede tener sentido si se combina valor material con valor estético o cultural. En este caso, es importante asegurarse de la pureza del oro (medida en quilates) y de que la pieza tenga valor de reventa.
Invertir en oro sigue siendo una estrategia válida para quienes buscan proteger su capital frente a la inflación, la incertidumbre geopolítica o la volatilidad de los mercados. Aunque no genera rentabilidad pasiva como los dividendos o los intereses, aporta valor como activo refugio y herramienta de diversificación.
Lo importante es entender que no existe una única forma correcta de invertir en oro. Puedes optar por tener el metal en tus manos o invertir en productos financieros más líquidos y fáciles de gestionar. La decisión dependerá de tu experiencia, tus objetivos y el nivel de riesgo que estés dispuesto a asumir.
Si estás empezando, lo más recomendable es formarte bien, comenzar con cantidades pequeñas y elegir plataformas seguras. El oro no es una apuesta para enriquecerse rápido, sino un complemento estratégico para reforzar tu cartera a largo plazo.
Abra una cuenta y comience.
Para empezar, los ETFs de oro suelen ser la opción más sencilla y accesible. No requieren almacenamiento físico, se operan desde una cuenta online y permiten invertir pequeñas cantidades con comisiones reducidas.
El oro puede ser una inversión rentable a largo plazo, sobre todo en contextos de inflación o crisis económica. No genera rendimientos como intereses o dividendos, pero históricamente ha servido para preservar el poder adquisitivo.
Algunos de los principales riesgos incluyen la volatilidad del precio en el corto plazo, los costes de custodia en el caso del oro físico, la falta de rentabilidad pasiva y la fiscalidad asociada a su compraventa.
Puedes adquirir oro a través de plataformas de inversión reguladas, distribuidores oficiales, casas de moneda reconocidas o incluso algunos bancos. Lo importante es verificar que sean entidades certificadas y que ofrezcan garantías de autenticidad.
El oro de inversión suele presentarse en forma de lingotes con una pureza mínima del 99,5 % o en monedas reconocidas internacionalmente, como la Krugerrand o la Maple Leaf. Estos formatos ofrecen mejor liquidez y menor prima sobre el valor del oro comparado con joyas u otras piezas.
Sí. Gracias a los ETFs, los fondos y las plataformas de inversión fraccionada, es posible invertir en oro desde cantidades pequeñas. No necesitas comprar un lingote entero ni asumir costes elevados.
SEO Content Writer
Jennifer Pelegrin es redactora SEO con cinco años de experiencia escribiendo para sectores como las finanzas y la ciberseguridad. Está especializada en transformar temas complejos en contenidos fáciles de entender, ayudando a los lectores a comprender mejor la información.
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