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Análisis Técnico
Escrito por Jennifer Pelegrin
Actualizado 2 de octubre de 2025
Tabla de contenidos
El EBITDA se ha convertido en uno de los indicadores financieros más utilizados para medir la rentabilidad real de una empresa. Aparece en presentaciones a inversores, en análisis comparativos y en valoraciones de compañías de todos los tamaños, desde multinacionales hasta pymes.
Su utilidad está en que permite ver si el negocio funciona en su núcleo, es decir, si genera beneficios a partir de su actividad principal sin que influyan los impuestos, los intereses de la deuda o los ajustes contables por depreciaciones y amortizaciones.
A lo largo de este artículo veremos qué significa exactamente, cómo se calcula paso a paso, qué ventajas y limitaciones tiene y de qué manera se interpreta con ejemplos prácticos que lo harán más fácil de entender.
Puntos Clave
El EBITDA es una métrica sencilla que muestra la capacidad operativa de una empresa sin el efecto de impuestos, intereses, depreciación y amortización.
Es muy útil para comparar compañías, evaluar la solvencia y calcular ratios clave como EV/EBITDA o Deuda/EBITDA.
Tiene limitaciones: no refleja el flujo de caja real ni el impacto de la deuda, por lo que debe usarse junto a otros indicadores financieros.
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El EBITDA son las siglas en inglés de Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation and Amortization, que en español se traduce como beneficios antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones.
Es un indicador financiero que muestra la capacidad de una empresa para generar beneficios a partir de su actividad operativa, sin tener en cuenta factores externos como los gastos financieros, los impuestos sobre sociedades o los ajustes contables derivados de la depreciación y la amortización de activos.
En la práctica, el EBITDA sirve para medir la rentabilidad operativa de un negocio de manera más clara que el beneficio neto, ya que elimina elementos que pueden distorsionar la comparación entre compañías.
Por eso es una referencia habitual en el análisis financiero, en la valoración empresarial y en procesos de auditoría. También se utiliza como punto de partida en la medición de beneficios y como base para calcular otros ratios de rentabilidad.
El EBITDA es una de las métricas más utilizadas en el análisis financiero, ya que ofrece una visión clara de la capacidad real de una empresa para generar beneficios a partir de su actividad principal.
Su utilidad se centra en tres aspectos clave: la rentabilidad operativa, la evaluación de la solvencia y la comparación entre compañías, y su papel en la valoración empresarial.
Permite evaluar si la actividad principal de la empresa genera recursos suficientes para sostenerse y crecer. Es un punto de referencia directo para analizar la eficiencia del negocio sin el impacto de factores externos.
El EBITDA se utiliza para estimar la capacidad de una compañía de cumplir con sus compromisos financieros y, al mismo tiempo, facilita la comparación con otras empresas del mismo sector. Esto lo convierte en un indicador muy útil para bancos, inversores y analistas.
En operaciones de valoración y compraventa de compañías, el EBITDA sirve de base para ratios como el EV/EBITDA, que permiten estimar cuánto vale un negocio en relación con los beneficios que genera. Es uno de los indicadores más empleados en procesos de inversión, fusiones y adquisiciones.
Además, la política y estabilidad de los dividendos aporta contexto sobre la calidad de los beneficios y las expectativas de reparto al accionista.
La fórmula del EBITDA es sencilla y se basa en sumar al beneficio neto ciertos ajustes que eliminan el efecto de la financiación, la fiscalidad y la contabilidad sobre los resultados. La forma más habitual de expresarla es la siguiente:
EBITDA = Beneficio neto + Gastos financieros (intereses) + Impuestos sobre sociedades + Depreciación + Amortización
Otra manera de obtenerlo es partiendo del EBIT (resultado de explotación) y sumando la depreciación y la amortización:
EBITDA = EBIT + Depreciación + Amortización
Ambas fórmulas son correctas y se utilizan según la información disponible en los estados financieros de la empresa.
En cualquier caso, el objetivo es aislar el rendimiento de la actividad productiva, dejando fuera elementos como los gastos financieros, los impuestos o las partidas extraordinarias.
El EBITDA se obtiene a partir de la cuenta de resultados de la empresa y puede calcularse de dos formas:
Se parte del beneficio neto y se suman:
Gastos financieros (intereses).
Impuestos sobre sociedades.
Depreciación de activos fijos.
Amortización de activos intangibles.
Otra opción es tomar el EBIT (resultado de explotación) y añadir la depreciación y la amortización. Este método es más directo cuando ya se dispone del EBIT calculado.
Ejemplo práctico: Si una empresa registra:
Beneficio neto: 2.000.000 €
Intereses: 250.000 €
Impuestos: 1.000.000 €
Depreciación: 60.000 €
Amortización: 400.000 €
Entonces: EBITDA = 2.000.000 + 250.000 + 1.000.000 + 60.000 + 400.000 = 3.710.000 €
Un EBITDA positivo indica capacidad para generar beneficios con la actividad operativa. Si el resultado es negativo, la empresa podría tener dificultades para cubrir sus costes básicos.
El margen EBITDA permite analizar la rentabilidad operativa en relación con los ingresos totales.
Fórmula del margen EBITDA: Margen EBITDA = (EBITDA / Ingresos totales) × 100
Ejemplo:
Con un EBITDA de 3,7 millones € y unos ingresos de 15 millones €, el margen sería:
(3,7 M / 15 M) × 100 = 24,7 %
Interpretación sectorial
Un margen superior al 20 % suele verse como positivo, aunque el valor varía según la industria. Sectores con grandes inversiones en activos fijos, como energía o telecomunicaciones, tienden a mostrar márgenes más bajos, mientras que los negocios de servicios suelen alcanzar cifras más altas.
Lo más útil es comparar este ratio con empresas del mismo sector y seguir su evolución a lo largo del tiempo.
Aunque son conceptos relacionados, el EBITDA y el EBIT no significan lo mismo.
El EBIT (Earnings Before Interest and Taxes), conocido como resultado de explotación, muestra el beneficio de la empresa antes de intereses e impuestos, pero incluye la depreciación y amortización de los activos.
El EBITDA (Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation and Amortization) elimina esos ajustes contables, reflejando únicamente la rentabilidad operativa bruta del negocio.
En la práctica, el EBIT ayuda a entender cómo impactan las inversiones en activos fijos en los resultados, mientras que el EBITDA ofrece una visión más directa del beneficio operativo sin esos efectos.
Ambos son indicadores financieros complementarios: el EBITDA se utiliza para evaluar la capacidad de generar beneficios y el EBIT para analizar el peso real de las inversiones y los costes de capital en la rentabilidad.
El EBITDA es la base para calcular varios ratios de rentabilidad y de valoración empresarial muy utilizados por analistas e inversores. Estos indicadores financieros permiten comparar compañías, evaluar su nivel de endeudamiento y estimar su valor de mercado.
El múltiplo EV/EBITDA indica cuánto paga el mercado por la capacidad operativa de una empresa; para completar la foto desde el punto de vista del accionista, conviene contrastarlo con el ROE (rentabilidad sobre recursos propios) y comprobar si esa capacidad se traduce en retorno sobre el capital.
Un múltiplo bajo puede indicar que una empresa está infravalorada, mientras que uno alto refleja mayores expectativas de crecimiento.
El ratio Deuda/EBITDA mide el nivel de apalancamiento financiero. Indica cuántos años necesitaría la empresa para pagar toda su deuda con el EBITDA generado.
Es un indicador habitual en análisis financiero y se usa para evaluar la solvencia y el riesgo crediticio de una compañía.
Para completar el análisis de deuda, conviene seguir también la relación de endeudamiento de la compañía.
El EBITDA por acción divide el EBITDA total entre el número de acciones en circulación.
Aunque no es tan común como el beneficio por acción (BPA), puede utilizarse como referencia adicional para valorar la capacidad de generación de beneficios operativos a nivel de cada título, sobre todo en mercados bursátiles.
Proporciona una visión clara y directa de la rentabilidad operativa, al eliminar el efecto de impuestos, intereses, depreciación y amortización.
Es un indicador fácil de calcular a partir de los estados financieros, lo que lo convierte en una métrica rápida y accesible.
Facilita la comparación internacional, ya que reduce el impacto de las diferencias fiscales y contables entre países.
Tiene un papel central en procesos de valoración empresarial, fusiones y adquisiciones, donde se analiza la capacidad de generar beneficios operativos.
Sirve de base para otros ratios de rentabilidad, como el múltiplo EV/EBITDA o el margen EBITDA, muy utilizados por analistas e inversores.
No refleja el flujo de caja operativo real, ya que excluye cobros y pagos efectivos.
Ignora el peso de la deuda y el apalancamiento financiero, que pueden comprometer la viabilidad de la empresa.
Puede ser manipulado si se ajusta con partidas extraordinarias o ingresos no recurrentes.
Depende de las normas contables aplicadas, lo que dificulta la comparación entre compañías con criterios distintos.
No incluye inversiones en activos productivos, esenciales en sectores intensivos en capital.
Por sí solo no basta para medir la rentabilidad o los riesgos financieros, por lo que debe complementarse con otros indicadores financieros como el EBIT, el beneficio neto o el flujo de caja libre.
El EBITDA es un indicador financiero clave para medir la rentabilidad operativa de una empresa y comparar su desempeño con el de otras compañías. Su cálculo sencillo y su papel en la valoración empresarial lo convierten en una referencia habitual para analistas, bancos e inversores.
Sin embargo, no refleja el flujo de caja real, ignora la deuda y puede verse afectado por partidas extraordinarias, por lo que debe complementarse con otros ratios de rentabilidad y medidas de análisis financiero.
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El EBITDA es el beneficio de una empresa antes de restar intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones. Sirve para medir la rentabilidad operativa, comparar compañías de distintos sectores o países y evaluar la capacidad de generar beneficios sin el efecto de la financiación ni la fiscalidad.
Un EBITDA positivo y estable suele ser señal de eficiencia operativa. Para determinar si es “bueno”, lo más importante es compararlo con empresas del mismo sector y analizar su evolución en el tiempo. Un EBITDA alto indica mayor capacidad de inversión y solvencia.
Un EBITDA alto significa que la empresa genera ingresos suficientes para cubrir sus gastos operativos y crecer. Un EBITDA bajo o negativo indica posibles problemas de rentabilidad. Siempre debe analizarse junto a otros indicadores financieros como el flujo de caja o la deuda.
El EBITDA se calcula sumando al beneficio neto los gastos financieros (intereses), los impuestos sobre sociedades, la depreciación y la amortización. Otra fórmula es:
El margen EBITDA muestra la rentabilidad sobre los ingresos. Un porcentaje superior al 20 % suele considerarse positivo, aunque depende del sector. En industrias intensivas en capital puede ser menor, mientras que en servicios suele ser más alto.
En valoración, se usa el múltiplo EV/EBITDA, que relaciona el valor de la empresa con su EBITDA. Según el sector, puede variar entre 5 y 12 veces el EBITDA, aunque no existe un valor fijo: depende de la industria, el mercado y las expectativas de crecimiento.
Jennifer Pelegrin
SEO Content Writer
Jennifer Pelegrin es redactora SEO con cinco años de experiencia escribiendo para sectores como las finanzas y la ciberseguridad. Está especializada en transformar temas complejos en contenidos fáciles de entender, ayudando a los lectores a comprender mejor la información.
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