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Escrito por Jennifer Pelegrin
Actualizado 19 de agosto de 2025
Tabla de contenidos
¿Qué es el ROE y por qué importa? Este indicador, conocido como Return on Equity, es clave para analizar si una empresa está generando valor con el dinero de sus accionistas.
En esta guía te explicamos con claridad cómo se calcula el ROE, cómo interpretarlo correctamente y qué limitaciones tiene.
También descubrirás cómo compararlo con otros ratios como el ROA, y cómo descomponerlo con el análisis DuPont para entender el origen real de la rentabilidad.
Puntos Clave
· El ROE mide la rentabilidad que una empresa obtiene sobre los fondos propios aportados por sus accionistas, y es uno de los indicadores más usados para evaluar su eficiencia financiera.
· Un ROE elevado no siempre es señal de buena gestión: puede estar distorsionado por un alto nivel de endeudamiento o beneficios extraordinarios, por lo que siempre conviene analizarlo junto a otros ratios como el ROA.
· El análisis DuPont permite descomponer el ROE en margen, eficiencia operativa y apalancamiento, ayudando a entender mejor el origen real de la rentabilidad y detectar posibles riesgos ocultos.
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El ROE, siglas de Return on Equity, es un indicador que mide la rentabilidad financiera de una empresa sobre los fondos que han aportado sus accionistas. En otras palabras, muestra cuánto beneficio genera una compañía por cada euro de capital contable, es decir, de patrimonio neto.
En el análisis financiero, el ROE se considera una herramienta fundamental para valorar si una empresa está gestionando bien sus recursos propios. Si el retorno sobre el patrimonio es elevado, significa que la compañía está obteniendo buenos resultados con el dinero que los socios han invertido.
Este ratio forma parte de los llamados indicadores de rentabilidad, que ayudan a entender la eficiencia y la capacidad de una empresa para generar beneficios. Por eso el ROE en finanzas tiene tanto peso: permite comparar empresas dentro del mismo sector y tomar decisiones de inversión más informadas.
En resumen, el ROE responde a una pregunta muy directa: ¿está sacando partido la empresa al dinero de sus accionistas?
El ROE se calcula dividiendo el beneficio neto obtenido en un periodo entre el patrimonio neto o fondos propios de la empresa. En otras palabras, muestra qué parte de las ganancias se ha generado con el dinero aportado por los accionistas.
La fórmula es simple:
ROE = Beneficio neto / Patrimonio neto
Para entenderlo mejor:
· Beneficio neto: es la ganancia final de la empresa, una vez descontados todos los gastos, impuestos e intereses.
· Patrimonio neto: también llamado capital contable, incluye el capital social, las reservas y los beneficios retenidos.
Este ratio se expresa en porcentaje y sirve para saber cuánta rentabilidad financiera genera la empresa con los recursos propios. Por ejemplo, un ROE del 15 % indica que por cada euro invertido por los accionistas, la empresa gana 15 céntimos.
Aunque su cálculo es directo, interpretarlo bien es clave para cualquier análisis financiero empresarial.
El cálculo del ROE es bastante directo, pero es importante entender bien cada paso para evitar errores. Este ratio se obtiene a partir de los estados financieros de la empresa, normalmente del informe anual o de la cuenta de resultados y el balance general.
Para calcularlo, se utiliza la siguiente fórmula:
Esto se traduce en dividir las ganancias obtenidas por la empresa durante un periodo (después de impuestos) entre el capital contable, es decir, los fondos propios aportados por los accionistas o propietarios.
Lo habitual es usar datos de un ejercicio fiscal completo. En algunas metodologías, se recomienda utilizar el promedio del patrimonio neto entre el inicio y el final del periodo para mayor precisión, sobre todo si ha habido ampliaciones de capital o pérdidas acumuladas que alteran significativamente esa cifra.
Imagina una empresa que ha obtenido un beneficio neto de 50.000 € en el último año. Durante ese mismo periodo, el patrimonio neto medio fue de 250.000 €.
Aplicando la fórmula:
ROE = 50.000 € / 250.000 € = 0,20 → 20 %
Esto significa que, por cada euro invertido por los accionistas, la empresa ha generado 20 céntimos de beneficio. Este resultado se interpreta como una rentabilidad financiera del 20 % y puede compararse con otras empresas del mismo sector o con el rendimiento esperado por los inversores.
No existe una cifra única que defina lo que es un ROE “bueno”, ya que su valor depende del sector, del modelo de negocio y del contexto financiero de cada empresa.
Un ROE elevado suele ser señal de eficiencia, pero conviene analizarlo siempre con cautela y compararlo con el histórico de la empresa o con compañías similares del mismo sector.
Un ROE aislado no lo dice todo. Puede parecer atractivo, pero si está impulsado por un nivel alto de deuda, puede ocultar riesgos financieros. Por eso es importante entender bien qué hay detrás del número.
· Un ROE alto puede ser positivo si se logra sin recurrir en exceso al apalancamiento financiero. Indica que la empresa genera buenos rendimientos con los fondos de sus accionistas.
· Un ROE bajo sugiere una rentabilidad modesta sobre el capital invertido. No siempre es negativo: puede tratarse de una empresa en crecimiento o con una estructura conservadora.
· Un ROE negativo refleja pérdidas netas. En este caso, la empresa no solo no ha generado rentabilidad, sino que ha destruido valor para los accionistas durante el periodo analizado.
Para interpretar correctamente este ratio, es recomendable usarlo junto a otros indicadores de rentabilidad y dentro de un análisis financiero más amplio.
El ROE es uno de los indicadores de rentabilidad más utilizados en el análisis financiero empresarial.
Su función principal es mostrar qué tan rentable está siendo una empresa en relación con el dinero que han aportado sus accionistas. Es decir, permite saber si la compañía está generando valor a partir del capital contable disponible.
Este ratio es especialmente útil en dos contextos:
· Evaluación interna del rendimiento: Las empresas lo utilizan para analizar su evolución a lo largo del tiempo, detectar ineficiencias o validar decisiones estratégicas. Un ROE creciente puede indicar mejoras en la eficiencia operativa o en la gestión de recursos.
· Toma de decisiones de inversión: Para un inversor, el ROE es una señal clave. Un buen retorno sobre el patrimonio puede hacer que una acción resulte más atractiva como inversión a largo plazo, especialmente si el ratio se mantiene estable o mejora año tras año.
Esto es especialmente relevante en contextos de mercado alcista, donde las valoraciones tienden a expandirse.
En definitiva, el ROE en finanzas es una herramienta valiosa, pero no infalible. Usarlo sin considerar su contexto, especialmente el nivel de deuda y otros indicadores clave como el ROA, puede llevar a conclusiones equivocadas sobre la rentabilidad financiera de una empresa.
El ROE puede ofrecer una imagen distorsionada si no se tiene en cuenta el nivel de apalancamiento financiero de la empresa. Una compañía muy endeudada puede presentar un ROE elevado simplemente porque sus recursos propios son bajos, no necesariamente porque esté generando beneficios de forma eficiente.
Esto ocurre porque el ROE solo considera el beneficio neto en relación con el patrimonio neto, sin tener en cuenta cuánta deuda se ha utilizado para obtener ese beneficio.
En estos casos, un ROE alto no siempre es positivo: puede esconder un riesgo elevado si la empresa depende demasiado de financiación externa.
Por eso, para evaluar bien la rentabilidad, conviene mirar también el ROA (rentabilidad sobre activos) y analizar el apalancamiento real.
También puede ayudarte analizar la relación de endeudamiento, otro ratio clave que revela cuánto depende la empresa de financiación externa.
Hay situaciones en las que un ROE aparentemente bueno puede ser engañoso:
· Variaciones en el patrimonio neto: Si la empresa ha reducido capital, recomprado acciones o sufrido pérdidas previas, su patrimonio puede ser muy bajo, lo que infla artificialmente el ROE.
· Resultados extraordinarios: Un beneficio puntual (por venta de activos, por ejemplo) puede disparar el ROE un año, sin que sea un reflejo de su rentabilidad real.
· Comparaciones entre sectores: Cada sector tiene márgenes y estructuras de capital diferentes. Un ROE del 12 % puede ser excelente en un sector maduro y mediocre en otro más dinámico.
Aunque a menudo se analizan juntos, el ROE y el ROA no miden exactamente lo mismo. El ROE (retorno sobre el patrimonio) evalúa la rentabilidad financiera desde el punto de vista del accionista: muestra cuánto beneficio genera una empresa en relación con su capital contable.
En cambio, el ROA (rentabilidad sobre activos) mide la eficiencia con la que la empresa utiliza todos sus activos, sin importar si se han financiado con fondos propios o con deuda.
En otras palabras, el ROA se centra en la eficiencia operativa global del negocio, mientras que el ROE refleja el rendimiento que obtienen los propietarios sobre su inversión.
La diferencia entre ambos se explica, en gran parte, por el apalancamiento financiero. Cuando una empresa usa deuda para financiar su crecimiento y esa inversión es rentable, el ROE será mayor que el ROA. Pero si el coste de la deuda supera la rentabilidad de los activos, el efecto puede ser negativo y el ROE se verá penalizado.
Por eso, comparar ambos indicadores es clave en cualquier análisis financiero empresarial: permite entender mejor el origen de la rentabilidad y si esta se sostiene sobre una base sólida o depende en exceso del endeudamiento.
El ROE por sí solo puede decirte si una empresa es rentable, pero no te explica por qué lo es. Para eso sirve el análisis Dupont: una forma de descomponer el ROE y entender qué factores están impulsando esa rentabilidad.
Este método divide el ROE en tres partes:
· Margen neto: Cuánto beneficio queda después de cubrir todos los costes, por cada euro que entra por ventas.
· Rotación de activos: Cuánta facturación genera la empresa con los recursos que tiene. Muestra cómo de bien aprovecha sus activos.
· Apalancamiento financiero: Qué parte de la actividad se financia con deuda. Un apalancamiento alto puede mejorar el ROE, pero también implica más riesgo.
Con esta estructura, puedes ver si una empresa obtiene buenos resultados porque vende con margen, porque usa bien sus activos o porque está muy apalancada. Y eso es clave para un análisis financiero serio y para evaluar la eficiencia operativa real, más allá del número final del ROE.
El ROE es uno de los indicadores de rentabilidad más utilizados en el análisis financiero empresarial, y con razón: ofrece una visión directa de cómo una empresa convierte el capital aportado por sus socios en beneficios. Pero como hemos visto, también tiene limitaciones importantes.
Para interpretarlo bien, es clave considerar el contexto: nivel de apalancamiento financiero, evolución del patrimonio neto, sector en el que opera la empresa o presencia de beneficios extraordinarios. Por eso, lo ideal es usarlo junto con otros ratios financieros, como el ROA o la rentabilidad económica, y no de forma aislada.
Tanto si estás valorando una inversión como si analizas la salud financiera de un negocio propio, entender el ROE y saber cómo se calcula te ayuda a tomar decisiones más informadas y realistas. Y en un entorno donde los recursos son limitados, esa claridad puede marcar la diferencia entre una inversión a largo plazo sólida y una apuesta arriesgada.
Si quieres complementar tu análisis financiero con técnicas de análisis técnico, puedes consultar esta guía sobre bloques de órdenes.
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El ROE (Return on Equity) es un indicador financiero que mide la rentabilidad de una empresa en relación con el capital aportado por sus accionistas.
Se calcula dividiendo el beneficio neto entre el patrimonio neto: ROE = Beneficio neto / Patrimonio neto
Depende del sector, pero en general un ROE superior al 10 % se considera aceptable. Lo importante es compararlo con empresas similares.
Puede serlo, pero hay que analizar si se debe a resultados sostenibles o a un alto nivel de deuda, lo que podría implicar riesgo.
El ROE mide la rentabilidad sobre los fondos propios; el ROA mide la rentabilidad sobre todos los activos de la empresa.
Compara el ROE con otras empresas del mismo sector y revisa si proviene de resultados operativos reales o de efectos contables o deuda.
Jennifer Pelegrin
SEO Content Writer
Jennifer Pelegrin es redactora SEO con cinco años de experiencia escribiendo para sectores como las finanzas y la ciberseguridad. Está especializada en transformar temas complejos en contenidos fáciles de entender, ayudando a los lectores a comprender mejor la información.
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