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Escrito por Jennifer Pelegrin
Actualizado 30 de julio de 2025
Qué es un ETF es una de las primeras preguntas que se hacen quienes quieren empezar a invertir sin complicarse. Los ETFs, o fondos cotizados en bolsa, combinan la diversificación de un fondo con la facilidad de compra y venta de una acción.
En los últimos años se han convertido en una de las herramientas favoritas tanto para principiantes como para inversores más avanzados. Su estructura sencilla, sus costes bajos y la posibilidad de acceder a todo tipo de mercados los han hecho cada vez más populares.
En este artículo te explicamos qué es un ETF, cómo funciona, qué tipos existen, qué ventajas y riesgos implica, y cómo puedes empezar a utilizarlos para invertir de forma eficiente.
• Un ETF es un fondo cotizado que permite invertir en una cartera diversificada de activos a través de una sola operación en bolsa.
• Ofrecen ventajas como baja comisión, liquidez en tiempo real, transparencia y acceso a todo tipo de mercados e índices.
• Son ideales para inversores principiantes y experimentados que buscan una forma eficiente de construir o complementar su cartera.
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Un ETF es un fondo cotizado en bolsa que agrupa distintos activos financieros, como acciones, bonos o materias primas, en un único producto que se negocia en los mercados igual que una acción.
A diferencia de un fondo tradicional, no hace falta esperar al cierre del día para comprar o vender participaciones. Los ETFs permiten operar en tiempo real durante todo el horario bursátil, con total transparencia y a bajo coste.
La mayoría siguen un índice de referencia, lo que se conoce como gestión pasiva. Esto significa que buscan replicar el comportamiento de un índice como el IBEX 35, el S&P 500 o el Nasdaq 100, en lugar de intentar superarlo.
Aunque los primeros ETFs aparecieron en los años 90, su popularidad ha crecido de forma constante. Hoy existen miles de productos distintos que ofrecen exposición a mercados globales, sectores concretos, estilos de inversión o incluso activos como el oro o el bitcoin.
Los ETFs se han consolidado como una forma accesible y eficiente de invertir, tanto para quienes dan sus primeros pasos como para quienes buscan una estrategia sólida a largo plazo.
Un ETF, o fondo cotizado en bolsa, funciona como un vehículo de inversión que permite acceder a una cartera diversificada a través de una sola operación en mercado. A diferencia de un fondo de inversión tradicional, que se suscribe o reembolsa una vez al día al valor liquidativo, los ETFs se compran y venden en tiempo real, igual que una acción.
La mayoría están gestionados mediante lo que se conoce como gestión pasiva. Esto significa que su objetivo no es superar al mercado, sino replicar un índice subyacente con la mayor precisión posible. Este índice puede ser:
Un índice de renta variable (como el IBEX 35 o el S&P 500).
Un índice de bonos (como uno de bonos corporativos o gubernamentales).
O incluso un índice temático, como uno centrado en sostenibilidad o tecnología.
Para replicar ese índice, el proveedor del ETF construye una cartera que contiene los mismos activos, o una muestra representativa, que el índice de referencia. Esa cartera se mantiene actualizada conforme el índice se modifica.
Además, hay una diferencia clave respecto a otros fondos: el precio de un ETF cambia a lo largo del día según la oferta y la demanda del mercado. Aun así, también tiene un valor liquidativo que se calcula diariamente, como en cualquier fondo.
Esta dualidad hace que el ETF pueda cotizar con una pequeña prima o descuento respecto a su valor real, sobre todo en momentos de alta volatilidad o baja liquidez. Participantes clave en el funcionamiento de un ETF.
Para que todo esto funcione de forma eficiente, intervienen varios actores:
Proveedor del ETF: Diseña y gestiona el fondo según el índice que replica.
Participantes autorizados: Entidades que crean o canjean participaciones del ETF en el mercado primario.
Creadores de mercado: Se encargan de proporcionar liquidez en bolsa, garantizando que siempre haya precios de compra y venta disponibles.
Brókers y plataformas de inversión: Permiten a los inversores minoristas acceder al ETF desde su cuenta.
Una de las principales razones por las que los ETFs se han vuelto tan populares es que ofrecen múltiples beneficios tanto para principiantes como para inversores experimentados. Estas son las ventajas de los ETFs más destacadas:
Cada participación de un ETF da acceso a una cartera compuesta por decenas o incluso cientos de activos. Esto permite:
Reducir el riesgo al no depender de una sola empresa o bono.
Replicar de forma eficiente el comportamiento de un mercado o sector completo.
Diversificar la cartera con una única operación.
Los ETFs se compran y venden en tiempo real durante toda la sesión bursátil, como cualquier acción. Esto permite utilizar tipos de órdenes como las órdenes limitadas, stop-loss o stop-limit para ejecutar la operación según tus condiciones preferidas. Esta liquidez en bolsa permite:
Entrar o salir del mercado cuando lo necesites.
Utilizar órdenes limitadas, stop-loss o stop-limit.
Evitar tener que esperar al cierre del día, como ocurre con los fondos tradicionales.
La mayoría de los ETFs son productos de gestión pasiva, lo que implica que:
Sus comisiones de gestión son mucho más bajas que las de los fondos activos.
Muchos tienen ratios de gastos anuales inferiores al 0,25 %.
Algunos brókers incluso permiten comprarlos sin comisión (dependiendo del mercado o la promoción).
Los ETFs publican diariamente:
La composición exacta de la cartera.
El valor liquidativo.
Valor estimado en tiempo real (iNAV) para saber si el precio en mercado está alineado con el valor real del fondo.
Existen muchos tipos de ETFs, y cada uno ofrece una forma distinta de construir o complementar una cartera. Según el activo que replican o el enfoque que siguen, hay opciones para casi cualquier estrategia o perfil de riesgo.
Son los más comunes y replican índices bursátiles como el S&P 500, el Euro Stoxx 50 o el IBEX 35. Permiten invertir en una selección de acciones representativas de un mercado o sector.
Algunos se centran en empresas de crecimiento, otros en compañías infravaloradas (ETF de valor) y otros en acciones que reparten dividendos periódicos (ETF de dividendos).
Invierten en bonos y otros instrumentos de deuda, lo que los hace útiles para reducir la volatilidad o equilibrar una cartera. Pueden centrarse en bonos gubernamentales, corporativos o de mercados emergentes, ofreciendo distintos niveles de riesgo y rentabilidad.
Permiten tomar exposición a sectores concretos como tecnología, energía, salud o financiero, o bien a tendencias globales como la inversión sostenible (ESG), la inteligencia artificial o el cambio climático. Son una buena opción para inversores que buscan alinearse con un área específica del mercado.
Replican el comportamiento de activos reales como las materias primas; el oro, la plata, el petróleo o el gas natural. También existen ETF de criptomonedas, que permiten seguir el precio de activos como bitcoin o ether, aunque en Europa su disponibilidad puede estar más limitada por la regulación.
Algunos productos utilizan derivados similares a un CFD, por lo que conviene saber qué es un CFD antes de invertir en este tipo de vehículos complejos.
Una diferencia importante a nivel fiscal y de estrategia. Los ETF de acumulación reinvierten automáticamente los dividendos generados por los activos del fondo, mientras que los ETF de distribución los reparten al inversor de forma periódica. Elegir uno u otro dependerá de si se busca capitalizar a largo plazo o generar ingresos regulares.
Si combinas esta estrategia con análisis técnico, puedes usar patrones de velas japonesas para detectar zonas óptimas de entrada o salida en función del comportamiento del precio.
Aunque la mayoría de los ETFs son productos de gestión pasiva, también existen los ETF activos, donde un equipo gestor toma decisiones para intentar superar al mercado.
Por su parte, los ETF smart beta siguen índices construidos con criterios alternativos, como volatilidad, rentabilidad ajustada al riesgo o dividendos estables, en lugar de simplemente replicar por capitalización bursátil.
Invertir en ETFs es un proceso accesible y cada vez más habitual, incluso para quienes están dando sus primeros pasos. Lo importante es entender bien los pasos previos, elegir las herramientas adecuadas y definir una estrategia clara antes de comprar el primer producto.
El primer paso es abrir una cuenta en un bróker o plataforma de inversión que ofrezca acceso a ETFs. Lo ideal es optar por uno que esté regulado, sea fácil de usar y tenga comisiones competitivas. Algunos puntos clave a valorar:
Tarifas de compraventa por operación
Oferta de ETFs disponible (mercados, gestoras, divisas)
Herramientas para buscar y comparar productos
Acceso a información detallada de cada ETF
Antes de comprar, conviene analizar a fondo cada ETF. Aunque muchos se parezcan, no todos replican el mismo índice ni lo hacen de la misma forma. Factores a tener en cuenta:
Índice subyacente: Qué mercado o segmento replica
Coste total (TER): Comisión de gestión y gastos asociados
Volumen y liquidez: Importante para evitar spreads amplios
Domicilio fiscal y divisa: Por impacto en retenciones o tipo de cambio
Historial y proveedor: Fiabilidad y solidez de la gestora
No todos los ETFs sirven para lo mismo. Es importante tener claro tu perfil y tus objetivos:
¿Buscas invertir a largo plazo o hacer rotaciones más frecuentes?
¿Te interesa crecer tu capital o generar ingresos periódicos?
¿Tienes baja, media o alta tolerancia al riesgo?
A partir de ahí puedes decidir si priorizas un ETF de renta fija, uno de renta variable global, uno sectorial, temático, o una combinación.
Empieza con productos amplios y líquidos, como ETFs sobre índices globales o europeos.
Evita ETFs complejos o apalancados si aún no dominas bien el producto.
Revisa la composición del ETF, no solo el nombre o el rendimiento histórico.
Mantén una estrategia clara y evita operar por impulsos de mercado.
Aunque los ETFs son instrumentos eficientes y versátiles, no están exentos de riesgos. Conocerlos te ayudará a tomar decisiones más informadas y a evitar errores comunes, sobre todo si estás empezando.
Como cualquier inversión en activos financieros, los ETFs pueden perder valor si cae el mercado al que están vinculados. Por ejemplo, si un ETF sigue el IBEX 35 y ese índice baja un 5 %, el ETF también lo hará en la misma proporción. Este riesgo no se puede eliminar, pero sí gestionar diversificando y ajustando la exposición al perfil de cada inversor.
Aunque muchos se negocian con fluidez, no todos tienen el mismo volumen. Si inviertes en un ETF poco negociado, podrías enfrentarte a un spread elevado entre los precios de compra y venta, o incluso a dificultades para cerrar tu posición sin afectar al precio.
En algunos casos, los gestores utilizan trading con derivados para replicar índices complejos y mantener la liquidez, lo que añade un nivel adicional de riesgo operativo. Es importante fijarse en:
El volumen medio diario de negociación.
La horquilla entre precios.
Si el ETF cuenta con creadores de mercado activos.
Los ETFs replican un índice subyacente, pero no siempre lo hacen con precisión perfecta. Este seguimiento de índice puede desviarse por:
Comisiones de gestión
Costes operativos
Pequeños retrasos en los ajustes de cartera
Algunos ETFs utilizan derivados o estructuras más complejas para replicar ciertos activos o estrategias. Esto puede aumentar el riesgo, especialmente si se trata de:
ETFs inversos o apalancados
Productos sintéticos que no poseen físicamente los activos que replican
Fondos con menor transparencia
Los ETFs son una forma sencilla, flexible y eficiente de invertir en los mercados financieros. Permiten acceder a carteras diversificadas, con bajos costes y total transparencia, replicando índices, sectores o activos concretos.
A lo largo de esta guía hemos visto qué es un ETF, cómo funciona, qué tipos existen, sus principales ventajas y los riesgos que conviene conocer.
Para quienes están empezando, los ETFs para principiantes ofrecen una excelente puerta de entrada a la inversión, tanto a corto como a largo plazo. Solo necesitas una estrategia clara, un buen producto y la voluntad de empezar.
Abra una cuenta y comience.
Un ETF es un fondo de inversión que cotiza en bolsa y que replica el comportamiento de un índice, sector o grupo de activos. Se puede comprar y vender como una acción durante todo el horario de mercado, y permite invertir de forma diversificada, sencilla y con costes reducidos.
Como cualquier inversión, los ETFs conllevan riesgos. Los más habituales son el riesgo de mercado, la posible falta de liquidez en algunos productos, y el error de seguimiento, que es cuando el ETF no replica con exactitud el índice que sigue.
Una acción representa la propiedad de una empresa concreta. Un ETF, en cambio, agrupa muchas acciones (o bonos) en un solo producto y permite invertir en todo un mercado o sector. Además, el ETF busca replicar un índice, no generar beneficios propios como una empresa.
Puedes obtener beneficios por la revalorización del precio del ETF o, en el caso de los ETFs de distribución, por el cobro de dividendos periódicos. También hay ETFs diseñados para estrategias de largo plazo mediante la reinversión automática de rendimientos.
Sí. Aunque los ETFs ayudan a diversificar el riesgo, siguen expuestos a los movimientos del mercado. Si el índice o los activos que replica caen, el valor del ETF también puede bajar. Es importante entender bien qué se está comprando y tener una estrategia clara.
Depende de tu perfil, objetivos y nivel de experiencia. Para empezar, uno o dos ETFs amplios y bien diversificados pueden ser suficientes. Con el tiempo, puedes incorporar más productos para cubrir sectores, regiones o estrategias específicas.
SEO Content Writer
Jennifer Pelegrin es redactora SEO con cinco años de experiencia escribiendo para sectores como las finanzas y la ciberseguridad. Está especializada en transformar temas complejos en contenidos fáciles de entender, ayudando a los lectores a comprender mejor la información.
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